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¿Cómo disminuir la depedencia emocional en pareja?

La dependencia emocional podría definirse como una “necesidad afectiva extrema que una persona siente hacia otra” (Castelló, 2000). Gracias a la visibilidad que ha ido adquiriendo este concepto en los últimos años, cada vez más personas buscan mantener unas relaciones de pareja que comúnmente etiquetamos como “sanas”. Sin embargo, no siempre sabemos cómo traducir esa preocupación en acciones concretas. El psicólogo Rafael Gil, conocido como Estímulo Mamarracho en YoutubeInstagram y Twitter, nos ofrece seis pautas que permiten disminuir la dependencia emocional en pareja y favorecen relaciones sentimentales más satisfactorias.

1. Ampliar el número de personas sobre las que te apoyas emocionalmente

Normalmente, cuando pensamos en dependencia emocional, lo primero que se nos viene a la cabeza es reducir el apoyo emocional que nos proporciona una persona en cuestión. Sin embargo, el proceso comienza en sentido opuesto. Lo que hay que conseguir es aumentar el apoyo emocional, diversificándolo y contando con más personas. La mayor parte de las veces, la dependencia emocional se da cuando sólo podemos refugiarnos emocionalmente en una persona. Cuando la fuente de nuestras alegrías y el hombro sobre el que lloramos son siempre la misma persona. Incluso aunque pensemos que nuestra relación está mal y queramos terminarla.

Cuando esa persona se enfada o se aleja, nos sentimos tremendamente vacíos y queremos recuperarla a cualquier precio.

El ser humano es, por encima de todo, un ser social. Por lo que no podemos pretender afrontar todo nosotros solos y no depender de nadie. Es intrínseco a nuestra naturaleza tener que contar con el apoyo y la ayuda de otras personas. Con cuantas más personas contemos, menos probable será que dependamos de una sola.

Imaginemos que somos una araña. Si apoyamos nuestra estabilidad emocional sobre ocho patas y de repente un día perdemos una, aunque tengamos algunas dificultades, podremos seguir caminando. En cambio, si somos un flamenco y perdemos una de las patas, caeremos de morros contra el suelo, porque teníamos dos y encima nos apoyábamos tan solo en una. Los flamencos son más fashion que las arañas, pero más dependientes de sus patas.

fortalecer relaciones sociales

¿Cómo transformamos esto en objetivos y conductas concretas?

  • Haz más planes con tus amistades actuales.
  • Construye amistades nuevas.
  • Cuenta tus conflictos emocionales y desahógate con más personas.
  • Aumenta tus hobbies o actividades de ocio.
  • Busca entornos en los que te escuchen, te hagan sentir valioso y no juzguen tus emociones.

2. Establecer de antemano los límites o las “red flags”

A veces puede ocurrir que, estando enamorados, toleramos cosas que decíamos no estar dispuestos a aceptar en una relación. Decimos “yo nunca permitiría que mi pareja me insultara” o nos sorprende ver cuando un/a amigo/a aguanta este tipo de comportamientos por parte de su pareja. Sin embargo, en la práctica nos lo saltamos con mucha frecuencia. Justificamos a la persona, nos convencemos de que no volverá a repetirse, le quitamos valor a nuestro criterio pensando que “somos unos exagerados”. 

Todos estamos en nuestro derecho de elegir qué tipo de relación queremos. Para ello, puede ser útil que establezcas de forma previa unos límites. Después divide esos límites en dos tipos: los negociables y los no negociables.

Por ejemplo, que consideres que es una persona desordenada en casa es algo que puede ser negociable y se puede llegar a un cambio de comportamiento en ambas personas.

Que cuando quedéis con otras personas te ridiculice, humille o deje por idiota es algo que podría determinar que decidas no comenzar (o terminar) una relación con esa persona.

Que la otra persona no escuche nuestras peticiones, que no quiera negociar puntos intermedios y, en definitiva, no se comunique con nosotros de manera asertiva, podría ser un límite no negociable. No tener conflictos es algo irreal e inalcanzable, lo importante es saber si estamos con una persona con la que podremos solucionarlos.

Que tú quieras un modelo de relación y la otra persona no, puede ser otro punto no negociable.

3. Escuchar tus emociones y no permitir que los demás las invaliden

Normalmente, cuando estamos en una relación en la que tenemos sentimientos más fuertes que los de la otra persona, es fácil que no nos comprenda. Es habitual, que piense que somos exagerados, que estamos dramatizando o siendo demasiado “intensos”.

Las emociones son una reacción natural al contexto. Nos informan de que algo está sucediendo y de si debemos aproximarnos o alejarnos de ese estímulo. Todas las emociones tienen una función adaptativa. Nos dan información sobre cómo relacionarnos con nuestro entorno. Sin embargo, a veces tomamos como solución refugiarnos en nuestras emociones en lugar de orientarnos a cambiar la situación que las genera. En ese punto, comienzan a ser desadaptativas.

Por ejemplo, ante la tristeza o rabia de estar en nuestro trabajo, nos refugiamos en decir “este trabajo es una mierda” o “mi jefe es imbécil”, como forma de desahogo a corto plazo, pero sin solucionar la situación a largo plazo. En cuanto a la culpabilidad, culturalmente se entiende que el mero hecho de sentirse culpable es una forma de enmendar la situación. Por eso, cuando nos hacen daño nos hace sentir bien el mero hecho de que la otra persona se sienta mal. Lo adaptativo es dirigir la culpa a la búsqueda de soluciones, porque en sí misma no es una solución. Si una persona busca de forma constante nuestra culpabilidad para conseguir sus objetivos, es mejor alejarse de ella.

Si con frecuencia la otra persona te hace dudar de tus emociones o de cómo percibes la situación, ten cuidado. Cada persona ve y vive la situación desde su propia perspectiva y ambas son respetables. Si no hay acuerdo, siempre se pueden buscar soluciones intermedias y si la otra persona no quiere hacerlo o no existe una solución intermedia, entonces hay que valorar la opción de alejarse de esa persona. 

Algunos ejemplos de cómo pueden menospreciar nuestras emociones:

  • “Eres una pesada”. No, no soy una pesada, es que me dices una cosa y luego haces otra y sólo me escuchas de verdad cuando te lo repito varias veces.
  • “Eres una histérica”. Es que te estoy haciendo peticiones importantes y me estás ignorando, entonces solo me atiendes cuando te grito o discutimos.
  • “Eres una rígida”. No, es que me estás exponiendo a una incertidumbre sobre la que tú tienes control y yo no.
  • “Eres caprichosa”. No, es que estás acostumbrado a que ceda tus peticiones y ahora quiero que se cumplan las mías.

4. Decidir en base a tus emociones

Haz las cosas en función de cómo te vas a sentir tú, no de cómo se va a sentir la otra persona. Por ejemplo, si decides dejar de escribirle por chat, hazlo porque a ti no te apetezca hablar con él, no para que él lo pase mal al no ver tu respuesta. Si decides distanciarte, hazlo porque tú no estás bien en la relación o porque no te apetece estar con él, no para que él descubra si te quiere o para que se sienta culpable.

Pregúntate en todo momento ¿cuál es tu objetivo? y ¿cómo conseguirlo?

¿Estás realizando conductas que te lleven a conseguir tus objetivos en la relación a largo plazo? ¿Tus objetivos y los de la otra persona son compatibles? ¿Cedes siempre a los objetivos de la otra persona? O simplemente pregúntate:

¿QUÉ QUIERES TÚ?

5. Mejorar algunos aspectos de tu relación

Nadie es perfecto y todos podemos mejorar para hacer que la otra persona se sienta más cómoda en la relación y que ambos podamos estar a gusto en la misma. Lo importante es que la otra persona me haga saber de forma clara qué cosas le gustaría que cambiase, que no me intente hacer cambiar a través de la culpa. Hay que aprender a identificar si busca hacerme sentir mal para que actúe bajo su juicio. También saber si estoy dispuesta a dar lo que me pide.

Además, al igual que en los puntos anteriores, tiene que haber reciprocidad. En una relación, ambas personas tienen que poner de su parte para llegar a acuerdos comunes y que el cambio no salga solo de una. En ocasiones, es difícil encontrar puntos intermedios. Aquí lo importantes es que no ceda siempre la misma persona. Si a ti te gusta cenar chino y a la otra persona mexicano, lo ideal sería ir cada viernes a un lugar distinto. Aunque pueda parecer un ejemplo absurdo, es generalizable a otras situaciones similares.

6. Conocer y cuestionar los mitos del amor romántico

Aunque no sea el objetivo de esta entrada explicar los mitos de amor romántico, es importante mencionarlos, dado que fomentan la dependencia emocional. Es importante conocerlos para poder identificar si están presentes en nuestras relaciones sentimentales y, una vez reconocidos, poder trabajar sobre ellos.

Si te has visto identificado/a, puede que las pautas aquí proporcionadas te ayuden a solventar algunas de las dificultades que estés atravesando. Sin embargo, la dependencia emocional es un tema complejo y cada persona es diferente, por lo que si consideras que necesitas ayuda profesional específica para aprender a establecer relaciones sanas, no dudes en dar el paso.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga en PsiCoConducta
Experto en Terapia Sexual y de Pareja por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Graduada en Psicología por la Universidad de Granada. Además de una amplia experiencia con población adulta, adolescente y parejas, a lo largo de su trayectoria en la clínica universitaria Centro de Psicología. Tutora profesional de los estudiantes del Máster en Psicología General Sanitaria de la UAM
Kaja Chmielowiec
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