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El amor y las demás plantas ❤

¿Qué no se ha dicho todavía sobre el amor? Seguramente sea uno de los temas más omnipresentes y universales en el cual se han basado películas, libros y canciones. Sin embargo, como ocurre en estos casos, cuanto más se ha escrito sobre un tema, más complejo resulta encontrar información de calidad. En consecuencia, cuando investigamos sobre el amor, es muy fácil toparnos con información poco fiable, no contrastada e incluso perjudicial. Basta con ver lo generalizados que están los mitos del amor romántico o la imparable avalancha de opiniones personales que se publican en las redes sociales sobre qué es el amor y cómo hay que vivirlo. Todo ello lleva a muchas personas a sentir un gran malestar

En esta entrada no queremos desmentir los mitos románticos tan dañinos que se han ido contando sobre el amor; ya hay muchas publicaciones de calidad sobre este tema y, gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales, cada vez tienen más visibilidad.

No obstante, de lo que sí queremos hablar es de otra creencia que observamos con frecuencia en terapia de pareja:

“El amor se siente o se deja de sentir”

Se trata de una afirmación incorrecta por varias razones.

En primer lugar, si asumiéramos como cierta esta manera de percibir el amor, éste podría asemejarse a una “infección”. Sin duda el amor no es como un virus que uno tiene o deja de tener, es un proceso mucho más complejo. Enamorarse, conocerse, compartir proyectos, etc. son pasos conscientes que suelen dar los miembros de una pareja y que llevan tiempo y esfuerzo, por lo que no encajan en esa escala dicotómica de blanco o negro, todo o nada, “se siente o se deja de sentir”.

En segundo lugar, resulta llamativo el carácter pasivo de esta frase. En realidad, el amor es todo lo contrario. Para explicar esta parte nos parece muy acertada la metáfora que señala que el amor es como una planta. Existen muchos tipos de plantas y cada una de ellas requiere un cuidado determinado, pero el factor que tienen en común es que todas, sin excepciones, lo necesitan, por mínimo que sea (sí, ¡los cactus también!). Con el amor ocurre algo parecido, las relaciones son como las plantas cada relación es única y necesita “cuidados” específicos. Descubrir cuáles son constituye parte del proceso de formar una pareja. Lo que sí sabemos es que es un elemento fundamental para que la pareja perdure en el tiempo.

El amor no es algo que acaba de repente, de un día para otro. Normalmente se debe a un desgaste progresivo y prolongado en el tiempo. La buena noticia es que podemos prevenirlo e incluso solucionarlo, si se detecta a tiempo.

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¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones de pareja y aumentar la probabilidad de que “el amor no desaparezca”?

Fomentando las siguientes conductas:

  • Intercambiar comportamientos gratificantes 

Las investigaciones indican que, las parejas que intercambian un mayor número de conductas gratificantes, están más satisfechas, se enfrentan a menos conflictos y, cuando éstos surgen, los solucionan con mayor éxito que las parejas cuya tasa de reforzadores es menor.

En este punto es importante tener en cuenta dos cuestiones. En primer lugar, los seres vivos asociamos estímulos entre sí (personas, ideas, lugares, sensaciones, etc.). En este sentido, si con cierta frecuencia tengo experiencias agradables en compañía de mi pareja (salimos a cenar, me expresa su cariño, tiene algún detalle conmigo, me ayuda con algún recado, etc.) la asociaré con sensaciones “positivas” (placer, diversión, complicidad, etc.) y aumentará mi satisfacción con la relación. En segundo lugar, nuestro comportamiento, al formar parte de un contexto más amplio, puede influir en el comportamiento del otro. Así pues, se ha demostrado que, cuantas más actividades y gestos gratificantes emitamos, más recibiremos a cambio (reciprocidad). Además, una alta tasa de conductas gratificantes intercambiadas actúa como factor de protección ante una situación adversa – amortigua el impacto de ésta en la pareja y permite sobrellevar mejor cuando este intercambio positivo disminuye puntualmente.

  • Fomentar comunicación y solución de conflictos

Es inevitable que en algún momento de la relación tengamos que enfrentarnos a ciertos desacuerdos. Sin embargo, las parejas que sepan dialogar, propiciando una comunicación asertiva y la negociación, tienen una mayor probabilidad de solucionar los conflictos satisfactoriamente. Esto no resulta nada fácil, sobre todo si nuestros intereses están enfrentados. En estos casos ayuda pensar en la relación como un equipo. En vez de pensar únicamente en nuestro beneficio personal, podemos focalizarnos en los objetivos que tenemos en común y pensar cómo cada uno de nosotros puede favorecer que se alcancen.

  • Entender que nuestra percepción es subjetiva

Tendemos a pensar que existe una única realidad, pero lo cierto es que hay tantas “realidades” como personas que las viven. Hacemos una interpretación subjetiva (basada en nuestro aprendizaje, expectativas, experiencias previas…) de lo que nos ocurre, de la conducta del otro, etc. Nuestra satisfacción con la pareja depende, entre otras cosas, de esa interpretación.

  • Cultivar el buen trato y evitar cruzar líneas rojas

Dar significado e importancia a palabras como respeto, compromiso, amistad, empatía o confianza ayuda a crear unos cimientos sanos y aumenta nuestro bienestar en la pareja. Igual de relevante resulta tener claras las líneas rojas que no queremos traspasar (diferentes para cada pareja, aunque hay ciertos límites universales, como la violencia).

Es cierto que al principio de una relación, cuando uno se enamora, todo puede resultar más fácil . Y no es casualidad: tendemos a idealizar a la otra persona (y a la relación), todo nos parece novedoso y por tanto llama nuestra atención, nos resulta curioso y estimulante (↑ refuerzo), apenas tenemos que enfrentarnos a conflictos, problemas o tomas de decisiones complicadas (↓ castigo), etc. Sin embargo, conforme la relación avanza, aparecen momentos complicados que nos ponen a prueba y que requerirán mayor esfuerzo y un rol activo por nuestra parte para cuidar de nosotros mismos, de la otra parte y de la pareja que formamos.

Si el amor fuese algo que uno “siente o deja de sentir” apenas habría parejas que perdurasen, y las terapias de parejas estaría abocadas al fracaso. ¡Pero la realidad es muy distinta! Por ello, si sientes que tu relación está pasando por un momento complicado, te animamos a reflexionar sobre lo tratado en esta entrada y, si crees que no cuentas con herramientas suficientes como para hacerle frente, no dudes en contactar con un profesional como nuestro psicólogo en Rivas

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga en PsiCoConducta
Experto en Terapia Sexual y de Pareja por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Graduada en Psicología por la Universidad de Granada. Además de una amplia experiencia con población adulta, adolescente y parejas, a lo largo de su trayectoria en la clínica universitaria Centro de Psicología. Tutora profesional de los estudiantes del Máster en Psicología General Sanitaria de la UAM
Kaja Chmielowiec
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